Hay dinastías políticas. Janet Jagan sucedió a su marido como presidente de Guyana. Mireya Moscoso fue presidenta de Panamá, su marido, Arnulfo Arias, había sido presidente tres veces. María Estela Martínez de Perón fue presidenta tras la muerte del general Perón. Tras Néstor Kirchner como presidente vino su viuda, Cristina Fernández de Kirchner. Sirimavo Bandaranaike fue primera ministra de Sri Lanka tras su esposo, Solomon; luego llegó como presidenta la hija de ambos, Chandrika Kumaratunga. Al presidente de Bangladés, Ziaur Rahman, le sucedió después su señora, Jaleda Zia, como primera ministra. Tras la jefe de Gobierno de Paquistán, Benazir Bhutto, hija de un exprimer ministro, llegó al gobierno tiempo después su marido, Ali Zardari. En Nicaragua el presidente es Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo, su esposa. Han llegado al poder en España el vicepresidente Pablo Iglesias y su mujer, la ministro Irene Montero, como antes fue presidente José María Aznar y su señora, Ana Botella, alcaldesa de Madrid aunque no a la vez. Vamos que el nepotismo no es exclusivo de las monarquías