Un símbolo representa algo. Las naciones, para serlo, necesitan un personaje o un símbolo, en torno al cual poder aglutinarse, alrededor del mito nacional. Mejor el símbolo para «no servir a señor que se nos pueda morir». Un símbolo que dé al pueblo, compuesto por gente variada, una comunidad de destino, una unidad que trascienda la Historia y la proyecte al porvenir. Sin un símbolo unificador, la gente se pierde en luchas intestinas. Por eso, quienes quieren destruir una nación empiezan por destruir sus símbolos: quitarle la letra al himno, abuchearlo, arrasar con cualquier distintivo, bandera, persona o imagen que sea eficaz en la construcción y el mantenimiento de la nación.