Gustavo Morales
Una pregunta frecuente en estos días: ¿vamos hacia la Tercera Guerra Mundial? En todo caso, esa guerra ya tuvo lugar en fascículos: Corea, guerras indo-paquistaníes, árabe-israelíes, Vietnam, irano-iraquí, africanas, iberoamericanas, Yugoslavia, etcétera. Las dos superpotencias durante la Guerra Fría no se enfrentaban directamente, sino a través de naciones interpuestas. Caída la URSS el nuevo enemigo fue el yihadismo islámico y, ahora, retorna Rusia como enemigo número 1 de la Alianza Atlántica.
Alianzas
En la actualidad hay dos grupos de alianzas. Por un lado, el mundo occidental que incluye la OTAN, el AUKUS y Japón; por otro, Rusia, China, Siria, Irán y Corea del Norte. Naciones como India, China y los Emiratos Árabes Unidos, se abstuvieron en la votación de una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU que condenaba la agresión rusa contra Ucrania. Tampoco han condenado la invasión Afganistán, Bangladesh, Bután y Sri Lanka.
India es la quinta economía del mundo en PIB y la segunda nación en población. Es, además, el segundo mayor comprador mundial de armamento, detrás de Arabia Saudita; según Business Standard, entre 2016 y 2020, casi la mitad de sus importaciones de armas llegaron de Rusia. Claro que hay que recordar que Moscú veta las condenas de la ONU contra India por su represión en Cachemira. Con todo, cal y arena, Nueva Delhi forma parte de la Alianza Quad, con Estados Unidos, Japón y Australia, para contrarrestar la progresiva influencia de China en la región. No es momento de regalarle aliados a Moscú. De ahí el silencio por la reciente visita del primer ministro de Pakistán, Imran Khan, a Moscú para reunirse con Vladimir Putin.
Es hora de considerar que el momento histórico conduce de un mundo unipolar a otro multipolar por la emergencia de nuevos polos de poder como China e India, que representan más de un tercio de la población mundial.
China, de perfil
Precisamente, los chinos analizaron el discurso del Estado de la Nación del presidente Biden el pasado uno de marzo. Shen Yi, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Fudan, considera que «las agencias de inteligencia de Estados Unidos emiten alertas tempranas correctas sobre la operación de Rusia, pero si la Casa Blanca no fue capaz de prepararse, la capacidad de Estados Unidos tiene problemas».
En su intervención, el presidente estadounidense advirtió que «transformar Estados Unidos nos pondrá en el camino para ganar la competencia económica del siglo XXI que enfrentamos con el resto del mundo, particularmente con China». Y recordó que le dijo al líder chino Xi Jinping que «nunca es una buena jugada apostar contra el pueblo estadounidense». De hecho, China representa más del 18% del PIB mundial y EE.UU. el 15,8 %. Biden, aunque centrado en Rusia, mencionó a China dos veces durante su discurso, pero en temas de economía y tecnología, sin mencionar puntos calientes de geopolítica como Taiwán, Xinjiang o Hong Kong. Occidente es cuidadoso en ello, como dijo un oficial de la OTAN al profesor Elías Durán, «Rusia es un adversario y China, un competidor».
Fricción y conquistas
Los puntos de fricción son las fronteras con Rusia, Taiwan y las islas del mar de China meridional, Israel, el Sahel y el Magreb, África oriental, el golfo Pérsico y el sur de la Península Arábiga principalmente, aunque no los únicos. Son puntos de fractura donde el conflicto está presente.Pero las nuevas conquistas globales no son de territorio, sino de influencia cultural y hegemonía económica y política. Dos ejemplos, en Oriente, turcos y persas compitieron por influir en las nuevas naciones de Asia Central; en Occidente, el asesor Zbigniew Brzezinski escribió en «El gran tablero mundial» que los medios audiovisuales de EE.UU. han hecho más por su ascendente en el mundo que el Cuerpo de Marines. Estados Unidos, con 27 empresas de medios y casi el 70% de ingresos mundiales, es quien domina el ranking de los 50 grupos audiovisuales más importantes del mundo, empezando por The Walt Disney Company, el conglomerado de medios de comunicación y entretenimiento más grande del mundo. Pero esa es otra historia de la que ya hablaremos.
En cualquier caso, el resultado de un conflicto mundial sería la destrucción mutua asegurada dado que de un primer uso de armas atómicas tácticas de campo de batalla se pasaría al lanzamiento de misiles intercontinentales provocando un invierno nuclear que haría las delicias de los ecologistas porque, por fin, tendrían razón.