Gustavo Morales
Me comentaba una amiga, filósofa titulada ella, que una de las grandes tentaciones del hombre es el providencialismo irresponsable. Según iba explicando en qué consistía esa tentación, no pude por menos que anotar «España» en la hoja que uso para garabatear mientras escucho. Esperar demasiado, transmutar a un hombre en milagrero, la decepción si no construye cuanto esperamos de él… Llevar al límite la confianza, el «Dios proveerá»… Si esto con Dios es una irresponsabilidad ¿no lo es más con un jefe?
Es fácil descargarnos de responsabilidades con la certeza de que alguien se preocupa porque el trabajo se haga, y se haga pronto y bien, saber que él acabará tomando las riendas del asunto. Improvisar chapuzas, sabiendo que él no nos va a dejar tirados sin el providencialista anunciado. Olvidarnos de nuestro deber de preparar el futuro porque ya se preocupará otro por nosotros y si no hay nadie que lo sustituya no abandonará.
Sinceramente, esperamos demasiado. Nos descargamos demasiado. Bien confiar en el buen hacer de nuestros jefes y compañeros, mal por el exceso de confianza. Hay cargas que no son sólo de uno, y si de verdad pensamos que sólo una persona puede hacer todo eso, que no es tarea de todos el seguir tirando de este rebelde carro, habría que plantearse si no estamos cayendo en la tentación de otro “ismo” irresponsable.
En España se han llamado “El Deseado”, el “Lenin Español”, el «Ausente», el “Caudillo”, el Rey, el Líder… A la postre, simple miedo a la libertad que tenemos para decidir, dejando en manos de otros la educación de nuestros hijos, la dirección de nuestras ciudades, el futuro de nuestro mundo…todo nuestro destino.