La República Democrática del Congo (RDC) es el segundo mayor país de África, después de Argelia, con una población estimada en 92 millones de personas. Es muy rica en minerales y acoge la selva del Congo, la segunda mayor del planeta tras la del Amazonas.
La RDC limita con Angola y Zambia al sur; al norte, la República del Congo, Sudán del Sur y la República Centroafricana; al este, Uganda, Ruanda, Burundi y Tanzania. La estabilidad no define al país ni a sus vecinos.
Sus habitantes pertenecen a doscientos grupos étnicos diferentes, en su mayor parte bantúes. Hablan centenares de lenguas, entre ellas el francés, dado que el Congo fue una colonia belga de 1908 a 1960. Inicialmente, el Rey Leopoldo de Bélgica la explotó considerándola de su propiedad y enriqueciéndose usando formas brutales de sometimiento de la población. En esos tiempos, el mundo quería el caucho congoleño para la pujante industria del automóvil.
La guerra civil que no cesa
El Congo proclamó su independencia el 30 de junio de 1960. Se recrudecieron los conflictos entre las diversas tribus. El ejército se amotinó días después. Los soldados tomaron las calles, atacando a la población blanca: saqueando y quemando sus propiedades y cometiendo atroces violaciones y asesinatos.
El 8 de julio, el gobierno belga reaccionó enviando al Congo un contingente de paracaidistas para proteger a los ciudadanos europeos. Tres días después, Moïse Kapend Tshombe (1919-1969), gobernador de la provincia de Katanga, proclamó la independencia de su territorio, la principal zona minera del país, y comenzó a reclutar mercenarios belgas, franceses, alemanes y españoles.
El jefe del grupo español, encuadrado en el II Choc del VI Comando, era Carlos Martínez de Velasco, hijo de militares, oficial de academia, apareció en el Congo en los años 60 y mandó una unidad de mercenarios españoles y filipinos. Fue asesinado por su patrón, entonces Mobutu Sese Seko, en julio 1967 en el Congo oriental.
El primer ministro del Congo, Patrice Lumumba (1925-1961), acusó a los belgas de estar detrás de la secesión. Joseph Mobutu (1930-1997), un antiguo sargento colonial que había pasado a liderar el Ejército Congoleño, dio un golpe de Estado y destituyó a Lumumba que fue asesinado. A continuación, expulsó a los asesores soviéticos.
Las guerras civiles irrumpieron de inmediato en el país y se vieron luego intensificadas por la creciente presencia de mercenarios occidentales.
Por su lado, el Gobierno, sito en la capital, Kinsasa, apoyó a los rebeldes en la guerra de Angola, junto con Estados Unidos, contra el Gobierno angoleño y sus aliados soviéticos. La tercera guerra mundial se celebró en fascículos en diversos puntos del planeta con combatientes interpuestos entre Washington y Moscú.
Tras la Guerra Fría, el Congo se mantuvo gracias a sus recursos naturales. El Gran Valle del Rift traza una curva que penetra en la RDC por el sur y el este, lo que ha dejado expuestas cantidades ingentes de cobalto, cobre, diamantes, oro, plata, zinc, carbón, manganeso y otros minerales, sobre todo en la provincia de Katanga.
Saquea el vecino, saquea el chino
En estos momentos, China le compra a la RDC más de la mitad de sus exportaciones, sin que esto repercuta en la mejora del nivel de vida de la población. En 2014, el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas situó a la RDC en el penúltimo puesto. Los dieciocho últimos países de esa lista son todos africanos.
Los nueve vecinos del Congo han participado en el expolio de sus recursos.
La RDC alberga el conflicto más letal del planeta desde la Segunda Guerra Mundial y sigue necesitando la más voluminosa misión de paz de las Naciones Unidas con el fin de evitar el estallido de una nueva guerra a gran escala.
Después del genocidio de Ruanda, los supervivientes tutsis y los hutus moderados formaron un Gobierno capitaneado por tutsis.
La sanguinaria milicia hutu, el Interahamwe, huyó al este de la RDC, aliándose con algunos elementos del Ejército congoleño, para asesinar a tutsis que vivían cerca de las lindes.
Entonces intervinieron los ejércitos de Ruanda y Uganda con el apoyo de Burundi y Eritrea. Aliándose con milicias insurrectas, atacaron al Interahamwe y derrocaron al Gobierno de la RDC pasando a controlar gran parte de la riqueza natural del país.
Ruanda sacaba barcos con toneladas de coltán, empleado en la fabricación de teléfonos móviles y chips para ordenadores.
De todas formas, las antiguas fuerzas gubernamentales continuaron los combates, con la implicación de Angola, Namibia y Zimbabue.
El país se convirtió en un inmenso campo de batalla con más de veinte facciones implicadas.
Las guerras, las enfermedades y el hambre han matado a seis millones de personas. Naciones Unidas calcula que casi la mitad de las víctimas han sido niños menores de cinco años.
La Corporación de Ingeniería Ferroviaria de China (CREC) ya lleva gastados dos mil millones de dólares en modernizar la línea férrea de Benguela, que une la RDC con el puerto angoleño de Lobito, situado en la costa atlántica. Por esta ruta circula el cobalto, el cobre y el magnesio extraídos en Katanga.
Las Fuerzas de Defensa Nacional de Sudáfrica cuentan con una brigada de cascos azules en la RDC, que aseguran que su nación participe en el botín de guerra de ese país rico en minerales. Esto ha desembocado en enfrentamientos con Uganda, Burundi y Ruanda, que tienen sus propias ideas acerca de quién debería estar al frente de la RDC.