Los malditos franceses

Gustavo Morales

En la Francia colaboracionista con el III Reich del régimen de Vichy destacaron tres intelectuales destinados al martirio: Brasillach, Drieu y Céline, el trío galo de los escritores malditos, héroes de las trincheras en la Primera Guerra Mundial, durante la Segunda abrazaron la causa del fascismo y de la Europa unida. Fueron considerados traidores por su país.

La acción de los tres pensadores se centró en sus escritos ideológicos y su adhesión al político Charles Maurras, uno de los intelectuales católicos más destacados de la época. Los tres apoyaron al fascismo, como una nueva doctrina que conjugaba el socialismo y el nacionalismo. Nadie les acusó de acciones deshonrosas más allá de su pensamiento político.

Brasillach

Robert Brasillach ya se alineó con los rebeldes durante la Guerra Civil española. Escribió Les Cadets de l’Alcazar, sobre el asedio del Alcázar de Toledo, una Historia de la guerra civil (1939); y unos Poèmes de Fresnes. Era de origen catalán, escribía contra los que consideraba los poderes mundiales: las grandes corporaciones económicas, el marxismo, la religión instituida y los masones.

Brasillach proclamó sus ideas fascistas tras la entrevista de Montoire entre el mariscal Pétain y el canciller Hitler. Al final de la Segunda Guerra Mundial Brasillach supo que la Resistencia francesa había capturado a su madre y a su hermana, para liberarlas se entregó a los vencedores, fue acusado de traición y sometido a juicio, donde se le condenó a muerte. Esperando el cumplimiento de la sentencia escribió cosas como: “La vida es una broma de mal gusto” y “para vivir hay que saber reírse de la estúpida realidad”. Varios intelectuales pidieron que no se le ejecutase: Albert Camus, André Malraux, Jean Cocteau, Paul Valery, François Mauriac… Pero Sartre y Simone de Beauvoir rechazaron unirse a la petición de clemencia. El general De Gaulle ordenó que le fusilaran el 6 de febrero de 1945 en el fuerte de Montrouge. A cambio, el mariscal Petain fue perdonado por su antiguo subordinado.

Drieu La Rochelle

Pierre Drieu La Rochelle combatió y fue herido en la batalla de Verdún durante la Gran Guerra.  En su estilo recorrió el surrealismo y el dandismo, probó las drogas y el marxismo. Lo explicaba así: “Me ha gusta juntar y mezclar los problemas contradictorios: nación y Europa, socialismo y aristocracia, libertad y autoridad, misticismo y anticlericalismo”. Estaba obsesionado con la decadencia de la época. Escribe, entre otras obras, Medida de Francia y las novelas El hombre cubierto de mujeres y El fuego fatuo. Cambió a Stalin por Hitler.

En 1934 se unió a las filas del fascismo, abjurando del marxismo y del partido Action Française, y publicó su obra Socialisme fasciste. Firme defensor de la Europa unida al estilo fascista. Casado varias veces, viajó a Argentina donde conoció a Borges. En marzo de 1943, rescató a su exmujer, la judía Colette Jéramec, del campo de concentración de Drancy. Aunque fue auxiliado por su amigo André Malraux, decidió quitarse la vida el 15 de marzo de 1945, en su tercer intento de suicidio al saber que habían ordenado su detención.

Céline

Louis-Ferdinand Céline ejerció la medicina de familia durante veinticinco años, en los barrios pobres de Paris. Era políglota. En una entrevista concedida a The Paris Review, expresó siempre vivió en la pobreza, comiendo fideos.

Su obra cumbre es Viaje al fin de la noche, una de las novelas más rompedores del siglo pasado. Tras Marcel Proust, es el autor más traducido y popular de la literatura francesa del siglo XX. También fue héroe de guerra de 1914 a 1918 pero en la Segunda Guerra Mundial apoyó al fascismo: «Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón.»

Céline huyó tras la derrota y no regresó a Francia hasta 1951, retomando su tarea de médico de suburbios.

Los otros

No fueron casos únicos en aquella Europa, está el caso del premio Nobel de Literatura Knut Hamsun, el más puntero escritor noruego, que expresó una fuerte moral en su obra escrita. Como apoyó la ocupación de Noruega por las tropas alemanas y se manifestó hostil a los ingleses, en 1948 le impusieron una fuerte multa y fue internado en un manicomio para someterle a un examen psiquiátrico.

También están los casos de tres intelectuales rumanos, los mayores del siglo XX: Emile Michele Ciorán, Mircea Eliade y Eugène Ionesco, seguidores del líder de la Guardia de Hierro Corneliu Zelea Codreanu. O, en Italia, también premio Nobel, Luigi Pirandello, admirador declarado de Benito Mussolini y miembro con carnet del Partido Fascista. Pero esa ya es otra historia.

Publicado en El Debate

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