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«Veamos cuáles son las principales ideas que al hombre le es posible encontrar hoy día. No puedo intentar hacer una lista completa, de modo que me limitaré a la enumeración de seis ideas principales, todas entroncadas con el siglo XIX, que todavía dominan hoy en mi opinión las mentes de las «gentes educadas».

  1. Está la idea de la evolución. Significa que debido a una suerte de proceso natural y automático las formas más bajas de vida dan lugar a un constante desarrollo de formas más elevadas. Esta idea ha sido sistemáticamente aplicada en todos los aspectos de la realidad sin excepción durante los últimos cien años.
  2. Está la idea de la competencia, de la selección natural y de la supervivencia del más fuerte, que viene a explicar el proceso natural y automático de la evolución y el desarrollo.
  3. Está la idea de que todas las manifestaciones elevadas de la vida humana, tales como la religión, filosofía, arte, etc. (lo que Marx llama «los fantasmas del cerebro de los hombres»), no son nada más que «suplementos necesarios del proceso de la vida material», una superestructura erigida para disfrazar y promover los intereses económicos, siendo toda la historia de la humanidad la historia de la lucha de clases.
  4. En competencia, podría pensarse, con la interpretación marxista de las más altas manifestaciones de la vida humana hay, en cuarto lugar, la interpretación freudiana que las reduce a las maquinaciones oscuras de una mente subconsciente y las explica principalmente como los resultados de deseos incestuosos no satisfechos durante la niñez y la temprana adolescencia.
  5. Está la idea general del relativismo que niega el absoluto, disuelve todas las normas y patrones y conduce a una indeterminación total de la idea de la verdad sustituyéndola por el pragmatismo. Afecta incluso a las matemáticas, que han sido definidas por Bertrand Russell como «el tema en el cual nunca sabemos de qué estamos hablando o si lo que decimos es verdad».
  6. Finalmente, está la idea triunfante del positivismo, que establece que todo conocimiento puede obtenerse sólo a través de los métodos de las ciencias naturales y, por lo tanto, ningún conocimiento es genuino salvo que esté basado en hechos generalmente observables. El positivismo, en otras palabras, está interesado solamente en el «saber cómo» y niega la posibilidad del conocimiento objetivo acerca de significados y propósitos de cualquier naturaleza.

Nadie, pienso, estará dispuesto a negar el alcance y el poder de estas seis «grandes» ideas. No son el resultado de ningún empirismo estrecho, porque mediante la investigación factual no puede comprobarse ninguna de ellas. Representan un salto tremendo de la imaginación a lo desconocido y a lo imposible de conocer. Por supuesto, el salto se da desde una pequeña plataforma de hechos observados. Esas ideas no podrían haber anidado tan firmemente en las mentes de los hombres, como lo han hecho, si no hubiese en ellas elementos importantes de verdad. Sin embargo, su carácter esencial es su pretensión de universalidad. La evolución absorbe todas las cosas dentro de su esfera de acción, no sólo los fenómenos materiales, desde la nebulosa hasta el homo sapiens, sino también todos los fenómenos mentales, tales como la religión y el lenguaje. La competencia, la selección natural y la supervivencia del más fuerte no se presentan como una serie de observaciones entre muchas otras, sino como leyes universales. Marx no dice que algunas partes de la historia son producto de la lucha de clases. No, «el materialismo científico», no muy científicamente, extiende esta observación parcial a nada menos que la totalidad de «la historia de toda sociedad existente hasta ahora». Freud, inclusive, no se contenta con exponer un número de observaciones clínicas, sino que ofrece una teoría universal de la motivación humana, asegurando, por ejemplo, que toda religión no es nada más que una neurosis obsesiva. El relativismo y el positivismo, por supuesto, son puramente doctrinas metafísicas, con la distinción peculiar e irónica de negar la validez de toda metafísica, incluyéndose ellas mismas.»

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