Gustavo Morales
El 20 de abril 1993 comenzó el relevo de la AGT Málaga. Una nueva unidad de legionarios estaba en Bosnia-Herzegovina. Los mandaba el coronel Morales Díez-Otero. Eran fundamentalmente miembros del 4º Tercio, Alejandro Farnesio. Empezaba la misión en los Balcanes de la AGT Canarias.
Cuando llegó el nuevo contingente de legionarios, la Agrupación Canarias, la situación comenzó a dar un giro dramático. Los antiguos aliados, croatas y musulmanes, comenzaron su propia guerra civil en la zona en la que operaban los españoles. Mostar se convirtió en una sangrienta zona de combate y la principal zona de acción de las tropas españolas. La «Canarias» sufrió 10 muertos y 58 heridos.
El 25 de abril de 1993, cinco días después de la transferencia de autoridad de la AGT Málaga a la AGT Canarias, una sección mecanizada, compuesta por cuatro BMR y un VCZ, tuvo que hacer frente a una delicadísima situación. La sección del teniente Monterde se desplazaba en una misión de patrulla al norte del destacamento de Jablanica hacia Sarajevo. El convoy lo constituían 5 blindados y 35 legionarios.
Una vez pasada la localidad de Konjic, en el camino hacia Sarajevo, nos encontramos con la carretera cortada. Había personal militarizado croata, que estaba abriendo un camino de evacuación para los supervivientes de una aldea croata que estaba siendo atacada por los musulmanes. De improviso se encontraron con un numeroso grupo de croatas: ancianos, mujeres y niños, unas 200 personas que pedían protección a las fuerzas de la ONU.
La noche anterior los musulmanes habían atacado su pueblo, Radesine, lo habían quemado, matado a mucha gente. Un minuto después, los tristemente famosos Cisnes Negros musulmanes, ataviados con pañuelos verdes, el color del islam, llegaron al lugar, apuntaron con sus armas, incluidos sus RPG-7 contracarro a los civiles croatas y a los legionarios españoles. Pidieron la entrega de los croatas. La situación era muy tensa. El teniente, tras contactar con la Plana Mayor de la AGT, inició conversaciones para tratar de solucionar el problema.
El héroe español que evitó una masacre
Los exaltados musulmanes no se avenían a razones. Los mandaba Sulman, uno de los cabecillas que azuzaban el conflicto. Habían arrasado una aldea y perseguían a dos centenares de croatas que habían conseguido escapar. Querían masacrarlos. Pero se toparon con un joven teniente de la Legión que protegía a aquella muchedumbre. «No vais a hacerlo», resolvió el militar español, José Luis Monterde, que explicó después:
«Teníamos una misión que era comprobar el estado de las carreteras. A las cinco de la mañana partimos desde Jablanica hacia Sarajevo, el límite norte de nuestra zona de acción… Los musulmanes, muy amenazantes nos rodearon. Eran muchísimos, no alcanzaba a ver todos los que eran, y estaban muy armados, algunos de ellos con lanzagranadas. La gente que huía se ocultó detrás de nosotros. Yo tenía 35 militares y estábamos sin posibilidades de escapatoria. Por un lado, teníamos la carretera cortada y, por el otro, el río Neretva. ¡Prácticamente pisábamos el agua! Los musulmanes nos gritaban: ‘¡Entregádnoslos!’ Había mucha tensión. La comunicación no era directa, hablábamos a través de un intérprete».
Una riada de personas, 171 según los datos recogidos por la ONU, se protegía tras los blindados de los cascos azules. Hombres, mujeres, niños, ancianos…
«¡En dos minutos empezamos a disparar!» amenazaron los musulmanes. Hacían señas mirando a los cascos azules y pasándose la mano por la garganta, amenaza de degüello. Los legionarios maniobraron sus vehículos para proteger de la mejor forma posible a los croatas. Empuñaban sus fusiles y las ametralladoras de los blindados. Cisnes negros, identificados con sus pañuelos verdes, milicianos islámicos con toda la excitación del combate les apuntaban. Querían matar a todos. Los muyahidines advirtieron a los españoles que si no entregaban a los croatas, también los pasarían a cuchillo.
El teniente legionario Monterde consultó sobre qué hacer usando la radio. El mando militar le ordenó que si no podía negociar, abandonara a los refugiados perseguidos por los musulmanes. Pero esas cosas no las hace el Tercio. Con mucha entereza, los legionarios no cedieron ante las exigencias de los musulmanes, no acataron las órdenes recibidas por radio, ni abandonaron a nadie. El joven teniente Monterde ordenó a los soldados bajo su mando: «De aquí no se mueve ni Dios». La tropa española plantó cara a los guerreros islámicos durante doce tensas horas, mientras les amenazaban con todo su armamento.
La reacción de los legionarios españoles encarando sus armas y buscando blancos entre los elementos más radicales y peligrosos y la tozuda firmeza de su teniente disuadieron a los agresores. Una cosa es degollar civiles y otras liarse a tiros con 35 hombres que están dispuestos a morir matando por defender a quienes les pidieron socorro.
Poco a poco la situación fue relajándose. Las discusiones duraron horas, pero La Legión cumplió con su misión de proteger a los amenazados por la venganza bosnia. Arriesgando sus vidas, salvaron las de casi dos centenares de croatas, a los que los infantes españoles entregaron todas sus raciones de combate para que pudieran comer y beber algo.
Posteriormente, el portavoz en Sarajevo de las Fuerzas de Protección de la ONU para la antigua Yugoslavia, Barry Frewer, describió al teniente español y a sus legionarios como «unos verdaderos héroes».
Los caídos posteriores
El 5 de mayo de 1993 un VEC del Escuadrón de Caballería ve como una mina estalla a su paso y resulta el conductor herido de gravedad.
El 11 de mayo el teniente Muñoz Castellanos, del Tercio Duque de Alba, es herido por una granada de mortero croata, cuando acudía en socorro de un lesionado impedido, falleciendo a consecuencia de las heridas recibidas. Estaban transportando plasma para el Hospital Musulmán de Mostar, cuando esa guerra se cobró la primera víctima mortal española. El teniente legionario Muñoz murió dos días después. Empiezan las bajas. El 11 de junio, cuando cruzaban el puente Tito en Mostar, muere de un disparo el teniente Francisco J. Aguilar, del Tercio Gran Capitán, cuando llevaba medicamentos a un hospital.
El 19 un vehículo de Zapadores cae al río Neretva en la zona de Dreznica. Fallecen ahogados tres legionarios paracaidistas: el sargento Delgado Fernández, y los caballeros legionarios paracaidistas Aguilar Jiménez y Mate Piñeiro. La Bandera de Operaciones Especiales de La Legión (BOEL) acudió a pesar de estar batida la zona por francotiradores croatas y musulmanes. Llegó el comandante Adolfo Coloma con sus legionarios, junto a algunos buceadores británicos. Se avisa a los Zapadores Anfibios de Zaragoza. Los buceadores británicos hallaron el BMR pero no hicieron nada, argumentando que la operación de rescate era muy peligrosa. Los legionarios, a pulmón libre, encontraron a trece metros de profundidad a uno de los muertos. Bajaron en parejas agarrados a una cuerda hasta llegar al fondo, donde palpaban el lecho cenagoso hasta encontrar los cadáveres de sus compañeros y rescatarlos.
Todos los pueblos tienen fama de bravura, allí demostraron los legionarios quiénes son los más valientes. Una vez más.