En marzo de 2019, el excomisario José Villarejo declaró ante el juez que el atentado del 11-M en Madrid se montó en un castillo de Mohamed VI a 80 kilómetros de París. Villarejo desveló que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) interceptó comunicaciones de dos espías franceses, identificados con nombres y apellidos, tras una de esas reuniones. Según el excomisario, en 2002 «se produjeron» en la finca «continuos intercambios de agentes y/o mensajeros, con los propios hermanos del monarca alauí, Mulay Rachid y Layla Mariam, esta última muy controlada por el servicio secreto francés». Villarejo mantiene que el CNI recogió información de estos encuentros y en especial unas «notas internas que se interceptaron al responsable de la Dirección General de Seguridad [el servicio secreto francés] con informaciones recogidas del jefe de Inteligencia Exterior marroquí, Ahmed el Harchi y el subjefe de la policía secreta, Benbrahim, sobre impresiones de ambos después de uno de los viajes a París».
El magistrado encargado de investigar al policía Villajero, Manuel García-Castellón, instruye la única causa que permanece abierta sobre los atentados del 11-M; una pieza que investiga la presencia de ADN sin identificar en el piso de Leganés donde se suicidaron los terroristas de Madrid.
En noviembre de 2006, el diario El País desveló la existencia de dichos datos, que fueron publicados, en una obra editada en Francia, por los periodistas Catherine Graciet y Nicolas Beau, que desvelaron muchos documentos de la inteligencia francesa sobre Marruecos en el libro Quand le Maroc sera islamiste (Cuando Marruecos sea islamista, editorial La Découverte).
En su crónica sobre el libro, el diario español explica que un día después de que los españoles desalojasen a los soldados marroquíes del islote de Perejil, la hermana del rey de Marruecos recibió un mensaje urgente de Jacques Chirac: «Es ahora o nunca cuando hay que actuar para oponerse a la penetración española en Marruecos». «A continuación se puso en marcha una estrategia para alcanzar ese objetivo», refleja el documento de la inteligencia gala reproducido en el libro periodístico.
En ese artículo de Ignacio Cembrero, aparecido en El País, el 29 de noviembre de 2006, se afirma que tras el desalojo del islote Perejil, el 17 de julio de 2002, el rey Mohamed VI envió a París a su hermana, Layla Mariam, con un mensaje urgente para Jacques Chirac, quien respondió: «Es ahora o nunca cuando hay que actuar para oponerse a la penetración española en Marruecos», y le dio varios consejos al respecto. «A continuación se puso en marcha una estrategia para alcanzar este objetivo», según reflejó el espionaje francés en una nota. La fuente de esta información es Taieb Fassi-Fihri, número dos de la diplomacia de Marruecos. Sus reflexiones íntimas sobre las relaciones con España, y las de otros dos altos cargos marroquíes -Ahmed el Harchi, entonces jefe de la inteligencia exterior, y Noureddin Benbrahim, número dos de la policía secreta- figuran en una nota de cuatro folios elaborada en octubre de 2002 por la base en Rabat de la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE), el principal servicio secreto francés.
Layla Mariam, que es íntima de la familia Chirac, regresó de París con los consejos presidenciales de Chirac y Mohamed VI los puso en marcha. El servicio secreto galo informa que el rey «da consignas firmes para excluir a las empresas españolas de los principales mercados y de las licitaciones, y sustituirlas por francesas y norteamericanas e iniciar también una guerra diplomática y mediática» contra España.
La primera en sufrir las consecuencias fue la empresa eléctrica española Unión Fenosa, «descartada, en el último momento, de la licitación para la gestión del agua, la electricidad y el saneamiento de Tánger-Tetuán, otorgada al grupo Vivendi», con sede en París.
La réplica real a la reconquista de Perejil, sentida en Rabat como una afrenta española, tuvo su lado económico, según explica Fassi-Fihri. Por eso «anuncia la creación de un gran conjunto portuario, comercial e industrial», en torno al nuevo puerto de Tánger Med, pegado a Ceuta. «Es, en cierta medida, la sentencia de condena a muerte, comercial y social, de los enclaves españoles de Ceuta y Melilla», asegura.
Acaso impresionado por la exhibición en el Estrecho de los aviones F-18 españoles y de los helicópteros HU-10, el monarca quiso rearmarse. El general Harchi informó al espionaje francés que el Rey ha enviado a su hermano, Mulay Rachid, a los Emiratos Árabes Unidos para pedir ayuda al jeque Zayed Ben Sultan y que le financie la compra de 12 aviones Mirage franceses. Paralelamente, el Rey manda al jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire, el general Mohamed Ben Ali, formado en EE UU, a Washington, para estudiar en el Pentágono la adquisición de armamento. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que apreciaba el atlantismo de José María Aznar, «le orienta hacia Rusia para su compra porque España es aliado en la OTAN», señala la DGSE. El soberano viaja a Moscú en octubre de 2002. Con la llegada del presidente Trump la situación cambió: EE UU eligió estrechar relaciones con Rabat dejando a Madrid al margen, política que continúa el Pentágono con el presidente Biden. Al igual que Israel y Arabia Saudí son dos puntales de Washington en Oriente Medio, Marruecos lo es en el Magreb occidental, especialmente desde que, en el 2020, Rabat estableció relaciones diplomáticas con Tel Aviv.
El documento rezuma la preocupación francesa ante el auge de la influencia española en Marruecos: «Los franceses consideran que España ha roto un acuerdo tácito que existía con Francia y que estipulaba que, a cambio de dejarle influir en Iberoamérica, no competiría con Francia en África del Norte». Fassi Fihri confirma que «las ambiciones de España (…) han dado al traste con este acuerdo».
El número dos de la policía secreta marroquí acusa al CNI, entonces a las órdenes del diplomático Jorge Dezcallar, de «que juega la carta de los barones de la droga del Rif, tradicionalmente anti-monárquicos, para crear un clima de desestabilización y dañar la imagen de Marruecos». Peor aún: «Empuja a los bereberes a presionar al rey y estos amenazan con rebelarse si no cede a sus reivindicaciones». Dezcallar negó estas acusaciones aunque sí reconoció que el 9 de octubre de 2002 viajó en secreto a Rabat -la nota francesa lo subraya- para explicar que Aznar no iba a crear un eje con Argelia -el presidente Buteflika estaba a punto de viajar a Madrid- para perjudicar a Marruecos.
Benbrahim lamenta finalmente que los españoles «hayan dejado a su prensa atacar al Rey y a la familia real y evocar las aventuras sentimentales de Moulay Rachid [en Acapulco] y de una princesa [Hola narró la relación de Lalla Hasna con El Litri].
Ver «¿Qué pasa en Marruecos?» y también «Marruecos, el amigo americano»